RECREACION, ARTE Y SALUD
*Aclaracion: aqui les presento el capitulo 8 de mi libro : "Lo que mis pacientes me enseñaron(herramientas para sanar)"
Este año, a traves de la Secretaria de Salud de Vicente Lopez, estoy dando, de manera presencial y gratuita, talleres de SALUD Y ARTE.
A quien este interesado en participar envie mail a : preguntasgastro@gmail.com
Siempre me interese por lo artístico.
Desde pequeña en mi casa se escuchaba buena música de todo tipo de
género. Era habitual llegar del colegio o de alguna otra actividad y
escuchar melodías que provenían de casa, donde mi papá tenía un
hermoso equipo con dos grandes amplificadores de los que se
reproducía a todo volumen las diferentes melodías. Mamá siempre
estaba bajando el volumen y papá lo subía.
Recuerdo los discos de vinillo girando
sobre la bandeja del tocadiscos, que después se transformó en
casetera y más tarde en reproductor de DVD. Música clásica, opera,
rock, boleros, jazz, zarzuelas o tangos. De solteras con mi hermana,
hicimos que mis padres incursionaran en el rock nacional y
extranjero. Así desfilaron por casa grandes como Luis Alberto
Spinetta, Sui Generis, León Gieco, Víctor Heredia y bandas
extranjeras como Yes, Génesis, ACDC y otras tantas.
Mi papá se casó muy joven. Cuando conoció
a mamá, ella era seis años mayor. Él se enamoró perdidamente al
caer bajo los encantos de esos maravillosos ojos azules. Después de
una historia de infancia triste, con una madre que abandonó a mi
abuelo y a él, en pleno comienzo de su adolescencia, no dudo en
querer casarse con mi madre desde un principio. Lo movilizaba el
deseo de formar su propia familia para no estar nunca más solo.
Tenía 20 años cuando conoció a Elvira, mi mamá y como ella era
más grande que él, le mintió su edad, se aumentó cinco años.
Después de idas y vueltas, finalmente la enamoró. Se casaron, ella
con 27 años y el con 21.
Cuando yo nací, papá, tenía tan solo 22
años, era muy joven. Así que con mis padres compartimos mucha
diversión, aventuras y viajes plenamente disfrutados. Él jugaba con
nosotras, mi hermana y yo, como si fuera un niño más. Siempre se
arreglaba con pocas cosas y decía que lo material no importaba y que
sólo lo que llevábamos dentro, era lo que valía la pena,
estimulándonos a crecer a través del estudio, imaginativas y
creatividad. Por él, conocimos el Teatro Colón y la Opera.
Mi madre, Elvira, ese ángel de
mirada azul, que a pesar de estar hoy vacía de recuerdos a causa de
su enfermedad, sigue regalando su sonrisa.
Fue docente de alma y proviene de una
familia de diez hermanos que vivían en San Pedro, Provincia de
Buenos Aires. Vino a los 18 años a trabajar a la Capital. Aquí
conoció a Rafael, mi papá. Ella nos introdujo en el mundo de la
lectura. Era una excelente narradora de historias y cuentos
inventados y la recuerdo al borde de mi cama enseñándonos a rezar,
despertando de alguna manera, nuestra curiosidad por lo espiritual.
Ella fue una excelente compañera de ruta para mi padre, fue el timón
del barco familiar, la alegría, templanza y fortaleza de los tres.
En la casa de mi abuela materna, mi
tío Rodolfo, “el Gordo”, como lo llamaban todos, tocaba un piano
negro de estudio y a mí me encantaba sentirlo y verlo sentado frente
a ese instrumento mágico que sonaba como una orquesta completa. Por
eso, a los 9 años, mi deseo de poder tocar un piano se hizo
realidad, cuando mis padres recibieron como parte de pago, un
maravilloso piano de origen alemán con el que me inicié en los
primeros pasos musicales.
De mi padre, heredé el gusto por la
música, las vacaciones, las salidas divertidas, el estar siempre
jugando y esos platos espectacularmente ricos que preparaba de vez en
cuando, especialmente cazuelas y paellas.
De mi madre, el gusto por la lectura, el
estudio y la cocina. Ella, con poco armaba todo un menú en un tiempo
récord. Por eso, actividades tales como disfrutar una película,
obra de teatro, concierto, apreciar una ópera en el Teatro Colon,
programar un menú de comidas o leer un buen libro fueron habituales
desde mi infancia.
Cuando se les pregunta a los pacientes
que vienen estresados con múltiples síntomas, ¿Que hacen en su
tiempo libre?, se quedan mirándome extrañados. Las respuestas
suelen ser: “Sólo en las vacaciones tengo tiempo libre” o “¿Qué
es eso?” O me dicen: “Cuando puedo visito a mi familia o llevo a
pasear a mis hijos” Pero yo les contesto:
Eso de pasear a tus hijos o ir a visitar a
tu familia, ¿es para vos un descanso? Y la mayor parte de las veces
terminan confesando que esas salidas los estresan más que sus
trabajos.
Tener tiempo libre, no es usarlo para
trabajar en casa, ocuparse de los hijos o visitar a la familia, y es
mucho más que las vacaciones. Hay gente que vuelve más cansada
luego de unas vacaciones en familia que el cansancio que siente
durante el resto del año.
Tener tiempo libre para nosotros es poder
hacer lo que nos gusta y disfrutarlo, sin estar pendientes del reloj
y sin estar atados a celulares, llamados u obligaciones. Es disfrutar
relajado de una pintura, un libro, película u obra de teatro. Es
escuchar buena música mientras miro el paisaje por la ventana. Es
cerrar los ojos y respirar profundo sintiendo como todo dentro de
nuestra cabeza y nuestro cuerpo vuelve a la tranquilidad. Pero, a
veces son pocos los que lo logran.
Estamos en un tiempo donde la
tecnofilia nos ha hecho adictos.
Vivimos pendientes de realidades falsas
vendidas por internet como su fuera lo habitual o normal. Dejamos de
vivir nuestras propias vidas por estar sentados viendo pasar la vida
de los demás. Frente a las pantallas perdemos nuestra identidad y la
reemplazamos por personajes ficticios con los que nos identificamos o
no pero que generan un vacío afectivo.
Los medios de comunicación resultan hoy
tan adictivos como cualquier otra droga y eso, también es un factor
estresor.
En el concepto de recreación existe
actividad física y mental. No es un tiempo de ocio donde estoy
tirado haciendo nada o pensando en nada. Esa actividad recreativa nos
va a distraer y o entretener. En estas actividades tienen mucho que
ver un órgano muy importante: “el cerebro”. San Agustín se
refería al mismo llamándolo el “Palacio de la memoria”. Otros
se referían al cerebro llamándolo el “teatro de la memoria” o
“la gran máquina”.
En todas las expresiones del arte
interviene la memoria.
Hay varios tipos de memoria:
*La sensorial
*A corto plazo: que es la memoria que se
utiliza en el trabajo para recordar procedimientos a través de los
cuales podemos realizar determinadas tareas. Puedo recordarla o no.
*A largo plazo: está la memoria
procedimental, por la que se recuerdan todas las cosas aprendidas en
los primeros años de la vida como leer, caminar, correr, andar en
bicicleta, etc.
Y la memoria semántica, narrativa,
episódica o declarativa.
La memoria es 1) Registro 2) Retención 3)
Recuperación.
Así, de acuerdo a la atención que pongo
en lo que hago, puedo hacer registro del lugar donde ubico las llaves
o donde guardo los lentes. Debo retener información para poder
recuperarla más tarde, cuando me pregunto: ¿Dónde puse las llaves?
La mayoría de las veces estamos apurados y tiramos las cosas por
cualquier lado sin prestar atención, por lo tanto, tampoco retenemos
el lugar donde colocamos las cosas y tampoco podremos recuperar esa
información cuando queramos recordarla.
Hay formas de estimular nuestra
memoria a través de juegos, test y pasatiempos. Son buenos los
crucigramas, los juegos de naipes o el sudoku. Todos los juegos de
mesa, ajedrez, ludo, damas, ayudan a estimular la memoria. En los
Talleres de la memoria para adultos mayores se trabaja con tareas que
estimulan la atención, concentración, la memoria secuencial,
asociativa y analítica, entre otras cosas.
Hay olvidos benignos y olvidos
patológicos. Si un día no recuerdo donde puse las llaves o donde
guardé un libro y luego ayudándome con la secuencia de eventos que
realicé después de usar esas llaves o leer ese libro, puedo
encontrarlos, eso fue un olvido casual o benigno. Si siempre me estoy
olvidando de las cosas y nunca puedo encontrarlas, entonces es un
olvido patológico.
Si salgo a la calle y me olvido por unos
segundos a donde estaba yendo, pero rápidamente lo recuerdo, no pasa
nada. Si me pierdo o no puedo recordar a donde iba, eso es
patológico.
En el caso de los olvidos benignos es el
paciente el que consulta por el trastorno, y suele ser por factores
estresores que lo están afectando o por algo que les genera angustia
o depresión. Pero en el caso de olvidos patológicos, son los
familiares los que acompañan al paciente y nos cuentan lo que le
pasa al paciente.
Muchas veces, los individuos, cuando
empiezan a perderse o a olvidar reiteradamente las cosas en su vida
cotidiana, no lo informan a sus hijos, especialmente cuando viven
solos. Los matrimonios de personas mayores que viven solos se suelen
cubrir el uno al otro cuando les pasan estas cosas porque no quieren
preocupar a sus familiares, pero especialmente porque quieren seguir
manteniendo su autonomía e independencia.
Hace cuatro años que mi madre tiene
diagnóstico declarado de Enfermedad de Alzheimer, aunque ella ya
venía con olvidos patológicos desde unos cuantos años antes.
Venía consultando a sus médicos clínicos,
cardiólogos, pero nunca a un neurólogo.
Mi padre disimulaba su estado. Me parecía
raro que siempre atendiera el teléfono papá y como mamá siempre
fue despistada, era común que perdiera algo, pero cuando papá lo
encontraba nos decía que mamá ya había recordado donde estaba.
Recuerdo una vez, que sin decirnos nada a
mi hermana o a mí, papá había ido con ella a sacar el DNI y nueva
credencial de la obra social porque no pudieron encontrarlos en casa.
Otra vez fue el cardiólogo que me llamó y me dijo que mamá se
había olvidado del edificio donde él tenía el consultorio porque
el portero la había visto entrando a otro edificio el día que tenía
consulta. Luego, al llegar, se llevó puesta la puerta por no tener
en cuenta el vidrio.
Por último, había tenido varias caídas
en la vía pública. En una de ellas requirió atención en la
guardia del Hospital Rivadavia para sutura y TAC de SNC por
traumatismo.
Desde el 2015 en adelante fue sometida a
tomografías, evaluaciones neurocognitivas e interconsultas con
clínica y neurología. Se descartaron trastornos metabólicos,
obviamente tenía marcapasos por una arritmia y se trataba la
Hipertensión arterial pero todo eso estaba controlado.
El diagnóstico de Alzheimer lo hizo Mirta,
una gran amiga y neuróloga.
Al principio la estimulamos lo más que
pudimos y le dimos medicamentos para activar la memoria, pero luego,
dejaron de hacer efecto y el gran susto fue una noche que me quedé a
dormir en la casa de mis padres. Estaba durmiendo profundamente en la
madrugada cuando mamá abrió la puerta del cuarto de mi habitación
preguntándome quien era ese hombre que estaba al lado de ella
durmiendo. A los pocos segundos empezó con alucinaciones. Decía
que en su cuarto había tres hombres mirándola porque la querían
violar. La tranquilice, la senté a mi lado y la traté como si fuera
una amiga ya que ella decía que no se podía quedar conmigo porque
su madre se iba a preocupar. Allí me metí en su delirio e hice que
llamaba con el celular a su mamá. Mi abuela materna había fallecido
cuando yo tenía 12 años. Le hice escuchar que hablaba con su mamá
diciéndole que no se preocupara, que Elvira estaba en mi casa.
Cuando la situación se controló pudimos descansar algo las dos,
ella en mi cama y yo en el sillón de al lado sujetándole la mano.
Me sentí por primera vez como su madre y a partir de allí derramé
mucho llanto. Tuvimos que comenzar con los antipsicóticos, los
trámites para certificado de discapacidad y para conseguir
cuidadoras y todos lo que fue necesitando durante la evolución de su
enfermedad.
La enfermedad de mamá fue terrible
para mi padre que durante mucho tiempo no aceptó la demencia de mamá
y cada vez que me veía me preguntaba cuando iba a mejorar. Eso
sumado a una vasculopatía que le restringió la visión en un 80 %
de lo normal, y el aislamiento por la Pandemia hicieron impacto en su
salud mental. No es fácil de superar el gran dolor de ver
transformarse a su esposa en un ser totalmente dependiente de las
cuidadoras Había perdido esa compañera de aventuras que lo seguía
a todas partes. El cerebro de mi padre estalló. Comenzó con
trastornos de la conducta debido a una atrofia del lóbulo frontal
detectada por imágenes. Así fue que con mi hermana nos
transformamos en padres de nuestros padres. Bendita la vida que nos
permite a través de esto, devolverles todo lo que nos dieron ellos
en nuestra infancia.
Las generaciones de más de 80 años,
hoy día, fueron los rebeldes de la década de los 50 y una gran
mayoría, no se caracterizaron por hacer rutinariamente deportes o
comer saludable. Muy poco se hablaba por aquellos años del estrés o
de la protección del medio ambiente. Tampoco se sabía nada del
impacto del medio ambiente y los hábitos en la genética familiar.
El Alzheimer que aparece después de esta edad, no es el que se
transmite genéticamente y todavía no están probadas las causas que
llevan a su desarrollo. Existen proteínas anómalas que precipitan
formando ovillos dentro de las neuronas y lentamente el cerebro se va
apagando, pero hay algo que es maravilloso: “siempre responden al
amor hasta último momento, con la expresión de sus miradas o alguna
frase aislada de tipo cariñoso”. Yo con mamá hice un pacto
cuando todavía estaba mejor: yo iba a ser su memoria. Incluso hoy,
que está bastante avanzada nos seguimos riendo juntas de las cosas
ininteligibles que dice o de las malas palabras que repite porque
obviamente se ponen más libidinosos y no tienen frenos o inhibición
cortical. Creo que papá nunca aceptará su enfermedad y ahora es él
que está perdiendo la memoria y cambiando su comportamiento.
En la década de los 50, tampoco se sabía
nada de la epigenética ni de las dietas para mejorar la función
cerebral. Cuando mamá empezó con los primeros síntomas me quedaba
durante horas y muchísimas veces explicándoles datos sobre
alimentación saludable, pretendiendo enseñarles a hacer ejercicios,
tratando de hacerlos meditar conmigo, pero era imposible. No
generaron hábitos antes y menos lo iban a hacer en ese momento. Por
lo menos siempre lo intenté.
Será por todo lo que les conté que
insisto con generar estos hábitos en los talleres de Salud que le
doy a la gente. Es una necesidad que surge para prevenir
complicaciones, que, si bien no van a evitar la senilidad de un
órgano como el cerebro, van a retardar estas alteraciones o detener
la evolución de las mismas.
Es interesante comentar lo que Borges
decía: “Dios no puede cambiar el pasado, pero puede cambiar las
imágenes que tenemos del pasado” Si no hacemos esto, con los años
no vamos a poder sentirnos saludables.
Una de las cosas que mencionamos en
capítulos anteriores es la importancia de mantener y respetar los
ritmos biológicos.
Cuando mencionamos que las enfermedades
aparecen por una alteración de los ritmos, dijimos que la forma de
recuperarnos es a través del arte o el deporte, o sea, todo aquello
que tenga que ver con el control de la respiración, la frecuencia
cardíaca y respiratoria. Hay cuatro latidos por cada respiración y
allí manejamos los ritmos cortos y largos. A través del yoga, el
Tai-chi el Chi-kung o la natación, podemos mejorar los ritmos en
forma inconsciente. O también podemos estimular la creatividad y la
inspiración a través del arte. La música, el canto la danza
estimulan nuestra neuro plasticidad cerebral. Con todas las técnicas
artísticas, prácticas que estimulen el juego y la creatividad, o el
aprendizaje a edades de más de 60, se estimulan áreas del hipocampo
a través de lo cual se incrementan las conexiones dendríticas entre
neuronas del SNC. Esto, permite mejorar todas las funciones mentales
como la memoria, atención, concentración, asociación, evocación,
analogía, la imaginación la creatividad, empatía, hasta la fe, que
es una función neurobiológica según la neurociencia, se mejora y
enaltece.
El procurar un momento de alegría junto a
seres queridos y personas que formaron parte de nuestra vida es muy
importante. Muchos de nosotros, de grandes, volvemos a reunirnos más
seguido con nuestros primos, aquellos con los que compartimos la
infancia o con nuestros compañeros de colegio primario o secundario.
Al respecto de esto, tengo que agradecer a
una amiga del alma, Nadia, que me contactó por las redes después de
mucho tiempo y siendo un día jueves y me invitó a ir a pasar un fin
de semana con varias de nuestras compañeras del secundario a Mar del
Plata ese mismo viernes.
Si esto hubiera ocurrido en otra época de
mi vida, seguramente le hubiera dicho que no. Pero esta vez me
permití un recreo personal y le dije: “Si, voy”. Inmediatamente
después de decidir mi partida de fin de semana, me aparecí en el
living de mi casa y le dije a mi familia: “Este fin de semana me
voy con mis compañeras de colegio secundario a Mar del Plata” No
tuvieron opción, más que decirme “Bueno”.
En la charla con Nadia me
enteré de la gran batalla que estaba librando contra la enfermedad
que le habían diagnosticado. Era un tumor maligno en Mediastino.
Ella, al referirse a su evolución decía “¡Vamos Bambi!” Es
que imitaba a los integrantes de un programa deportivo que aclamaban
a un personaje del panel al que admiraban por su positivismo y se
apodaba “Bambi” Ella había bautizado al tumor con el nombre de
“paquetito”. A partir de allí y gracias a ella comencé a verme
más seguido con todas mis compañeras. Y fueron dos viajes a Mar del
Plata y otro a Madryn.
Nos hospedábamos en las casas de las que
vivían allí. Yo no pude estar con ellas en el viaje que hicieron a
Rio Gallegos y los glaciares, pero jamás dejamos de vernos.
Increíblemente fuimos un grupo formado en
lo espiritual por el colegio al que concurrimos y tantos años
después, muchas de nosotras coincidíamos en la práctica de
actividades que alimentan el espíritu. No solo la religión, sino
prácticas como la Sanación Pránica de Norma o el Chi-kung y las
terapias con imanes de Méneca, en mi caso el aprendizaje de técnicas
como el reiki y la fitoterapia.
Cada una, aportaba al grupo
desinteresadamente, desde su nivel de consciencia y conocimientos
alguna técnica que ayudara a evitar el estrés y las enfermedades.
Festejamos los 40 años de egresadas en mi
casa.
Tengo que destacar que fue la fuerza del
amor por sus hijos y nietos lo que hizo que Nadia sobreviviera varios
años al diagnóstico de su cruel enfermedad. La he visto luchando
por dormir contra el dolor terrible que la aquejaba, pero ella sólo
suspiraba o se quejaba silenciosamente dando vueltas y vueltas en la
cama Era como que trataba de ignorar todo dolor y molestia por estar
reunida con nosotras. Seguramente, ella sentía que el tiempo podía
volver atrás estando juntas. Volver a esa época en donde no nos
preocupaba ninguna responsabilidad familiar, trabajo o enfermedad y
donde no existía ningún problema que nos pudiera desvelar. No
quería tomar analgésicos porque como lo pude hablar con ella,
reconocer el dolor era aprobar que la enfermedad estaba avanzando y
ella la negaba de todas las maneras posibles, paseando, riéndose,
haciendo bromas permanentemente, pero jamás se quejó abiertamente
ante nosotras.
Una de las últimas veces que vi a Nadia en
mi casa, nos despedimos entre nosotras como siempre hacíamos:
“¡Hasta que Dios o el Universo nos reúna, siempre te voy a estar
abrazando amiga!”
El Arte, los hobbies, el jugar como un
niño, las risas, y el amor, sanan.
Hace miles de años, existió una humanidad
sobre este planeta, que vivió el mundo de una manera diferente y más
allá de las aguas y los montes, tormentas y fuegos, astros,
piedras, árboles, hierbas y animales; más allá de las nubes y los
vientos, sobre las capas celestes que recorren el sol, la luna y las
estrellas, estaba el ámbito propio de los dioses. Allí aparece lo
mágico.
El hombre pretende ganarse la voluntad de
los Dioses sometiéndose a ellos con acciones estrictamente reguladas
como la oración, la ofrenda y la mortificación. Creyéndose
parcialmente divino en un mundo ocupado por creaturas igualmente
divinas, crea técnicas de comunicación eficaz con la parte
invisible de los seres que lo rodean. Aquí podríamos decir que
aparece el concepto del despertar de lo imaginativo.
El arte permite desarrollar dos
grandes cualidades, la imaginación y la inspiración, que nos dan la
sensación de ensanchamiento del alma, la experiencia de sentirnos
grandiosos e imbatibles.
Todas las actividades manuales que
requieran nuestra concentración y que nos guste hacer, generan un
flujo a nivel cerebral que se conoce como estado de fluidez en el que
se produce felicidad por la liberación de dopamina.
Nos olvidamos de preocupaciones y dolores
físicos.
Mejoran la salud física y emocional,
estimulan sistema nervioso, contrarrestan el estrés y disminuyen el
riesgo de padecer demencia.
Estas actividades manuales, mejoran todas
las funciones neurocognitivas:
Las artesanías en general y todo lo que
tienen que ver con lo artístico, escultura, pintura, música,
tejido, bordado, estimulan la creatividad y mejoran el estado de
fluidez y la neuroplasticidad.
Las
manualidades y la meditación estimulan la liberación de dopamina,
sustancia que algunos consideran como un “antidepresivo natural”.
Beneficios psicológicos y sociales:
Mejoran la interacción entre las personas
y mejora la calidad de vida
Entre los 30-40 años comienza la
degeneración neuronal. El mantener a las células bien depende de
las actividades no rutinarias que realicemos. Son las cosas “no
rutinarias” las que representan un desafío para el cerebro.
Además de las rutinas en el trabajo,
deporte o limpieza, es necesario hacer otra actividad no
convencional como la música, idiomas, etc., así estamos aplicando
neuroestimulación cognitiva y eso permite un mayor desarrollo de la
neuroplasticidad. Deberíamos comenzar a los 40 años.
No es buena la memorización mecánica. Es
bueno el aprendizaje con razonamiento.
Todo lo que dominamos y hacemos siempre,
no son buenos estímulos para Sistema Nervioso.
El juego permite desarrollar la
creatividad y la autoestima. Mejora la interacción social.
Tejer, por ejemplo, produce beneficios
psicológicos y sociales. Contribuye al bienestar y a mejorar la
calidad de vida. Es una tarea especializada y creativa que como tal
tiene potencial terapéutico. Hay muchas formas de practicar lo
artesanal. El tejido es una de esas actividades. Los tejedores
cuentan, ponen su mente en blanco, dedicándose a pensar
exclusivamente en un diseño a realizar. Se combinan colores y
formas para dar origen a una prenda de vestir o a un elemento
decorativo ya sea un tapiz, cortina, colchas o carpetas. El telar
recuerda el entrecruce de las conexiones neuronales en nuestro
cerebro.
También incluimos en estas disciplinas de
estimulación cerebral la jardinería y cocina.
Con respecto a la música, permite la
activación en la toma de decisiones y provoca cambios emocionales.
Hay tres áreas del cerebro en las que la música provoca liberación
de dopamina, permitiendo sensación de bienestar. La integración de
estas áreas (Núcleo Accumbens, corteza prefrontal y área
amigdalina) regula las emociones y permiten la toma de decisiones
indeterminadas. A través de la música estimulamos la lectura e
interpretación simbólica llevada a través de un acto de
coordinación motriz increíble, por el tacto, al teclado,
resultando de toda esta integración la obtención de fantásticas
melodías. Además, la música, durante los entrenamientos
deportivos, aumenta la energía y el rendimiento, calma los nervios
y disminuye el estrés.
Al escuchar música en un concierto, hay
patrones de reconocimiento, de movimiento, memoria y atención. Estos
patrones de activación son similares para todos los que están en
ese evento. Todos los que escuchan, un
experimentan la música de una manera similar.
El amasar para la fabricación de
pizza, pastas, panes, u otras preparaciones culinarias, nos permite
trabajar nuestra fuerza etérea, esa fuerza vital que permite que
nuestros órganos permanentemente se regeneren. Lo mismo sucede con
el modelado en barro de recipientes que contienen, en donde además
de trabajar con las formas permitiéndonos mejorar nuestra fuerza
vital, nos permiten trabajar con lo álmico, porque todo recipiente
que contiene a otro elemento, representa la fuerza del abrazo en un
encuentro entre dos seres humanos.
Una vez vino a mi consulta una señora
rubia de unos 60 años que quería hacerse controles generales porque
se sentía cansada y decaída. Sucedía, que hacía un año había
fallecido su esposo de Cáncer de páncreas. Pero, lo más
maravilloso que me empezó a relatar fue lo que había pasado tres
años atrás, cuando a él le diagnosticaron el tumor pancreático.
En ese momento, los doctores fueron sumamente negativos con respecto
a la sobrevida. Llegó a operarse y hacer todo lo que estaba a su
alcance para mejorar. Volvió a practicar su viejo oficio de
repostero. Comenzó a amasar y logro vivir para ver nacer a su nieto
e incluso hacerlo amasar desde bien chiquito a su lado.
Yo, sorprendida, le dije que lo que su
esposo había estado haciendo le permitió mejorar, de alguna manera,
su fuerza vital para luchar contra un cáncer que, en vez de
arrebatarle la vida en seis meses, le permitió vivir tres años más.
Es importante tener en cuenta que el mejorar las condiciones de vida,
volver a realizar esas cosas que nos dieron placer, nos ayuda a
recuperar salud o a ganarle algo de tiempo a estas patologías tan
desbastadoras.
El tallado en madera se asemeja al proceso
de reabsorción y regeneración ósea. Los osteoclastos rompen la
masa ósea y los osteoblastos generan la matriz que da hueso nuevo.
En nuestro cuerpo, lo mismo que con el tallado en madera se dan
permanentemente procesos de destrucción y formación. Todo es
dinámico.
En la pintura se trabaja con los
colores, las formas y las texturas, ya sea acuarelas u oleos con
acrílicos. El dibujo con lápiz nos marca los límites y es
importante ver como se trabaja a través de esto en niños con
trastornos de la conducta.
Todos los hobbies nos distraen y
entretienen, desde el aeromodelismo hasta la lectura o escritura.
Se pueden trabajar los estados anímicos a
través de los colores:
El blanco es el color más luminoso, el de
la verdad con absoluta iluminación y pureza.
El gris estimula la creatividad.
El violeta permite las transformaciones en
los trastornos de personalidad logrando calma en las neurosis.
El azul tranquiliza.
El rojo favorece la pasión y el
entusiasmo.
El verde despierta compasión,
tranquilidad.
El amarillo da claridad mental.
El naranja es uno de los colores más
luminosos también.
En el principio de la humanidad,
cuando el hombre trató de comunicarse con otros pares que vivían a
la distancia, lo realizó imitando el grito de los animales, hasta
crear su propio lenguaje de comunicación que difería a veces entre
una tribu y otra. Se cree que una de las actividades más antiguas
fue el canto.
La Musicoterapia maneja ritmos cortos y
largos y ayuda a equilibrar todo lo destemplado y disarmónico que
tenemos. Se utiliza mucho en enfermedades que tienen regresión. Se
indican diferentes melodías de acuerdo a las distintas
problemáticas.
Ejemplo:
Insomnio:
Hipertensión arterial:
Las cuatro estaciones de Vivaldi
Serenata N°13 en Sol Mayor de Mozart
Música acuática de Haendel
Cefaleas:
Para la armonía en el hogar:
El lenguaje y la Poesía están dirigidos a
la primera línea del Alma Consciente.
El lenguaje es palabra, diálogo, monólogo.
Es lo que el hombre expresa desde su mundo interior.
Es comunicación, sociabilización,
fortalece la autoconsciencia y al yo.
Lírica: a través de la poesía se
puede establecer contacto con el autismo de la Esquizofrenia.
La lírica hímnica se utiliza para
trabajar con las neurosis obsesivas.
A través de la épica el paciente da un
paso hacia el mundo animado por las aventuras heroicas de los
personajes.
El teatro es la representación de
dramas y los actores logran representar a través de su actuación,
diferentes situaciones reales o imaginarias. En la teatralización
con el método de Moreno el Yo del enfermo se encuentra con el Yo de
los demás. Eso lo ayuda a liberarse de sus problemas una vez que los
reconoce y lo anima en su vida.
En la euritmia llamada por Rudolf
Steiner, “La gimnasia del alma” se modelan formas, se acompaña
de música Se realizan movimientos con un determinado ritmo,
utilizando pasos cortos y largos movimientos rectos u ondeados como
Apolo, Dios de la rectitud y Baco, Dios del vino y la fiesta. También
suele acompañarse de la poesía expresada a través de la palabra
con prosodia.
Se dice que de la euritmia tomamos el
aliento del cosmos y el Universo actúa a través de nosotros. Quien
la haya podido practicar va a entender mejor las sensaciones que esta
disciplina despierta en nuestro interior.
El baile es una actividad que despierta
la positividad. Hay estudios científicos que se han publicado con la
importancia de la danza para evitar el deterioro cognitivo cerebral.
Hace muchos años atrás me venía a ver
una paciente par controles cada tres meses. Ella era muy reservada y
a veces la veía triste. Cuando entramos en confianza me enteré que
su marido estaba muy enfermo, tenía Parkinson y ella me contó que
para evitar tristezas se ponía música y bailaba en su casa cuando
nadie la veía. Bailaba mientras cocinaba, limpiaba y me decía: “Los
vecinos deben pensar que estoy loca pero no me importa, siento que es
lo único que me cambia el humor”
Hay un estudio llevado a cabo en un
monasterio de monjitas de clausura donde se hizo el seguimiento por
años hasta su muerte. Todas eran adultos mayores. Algunas se
dedicaban a tareas de solidaridad, huerto, cocina, lecto-escritura o
música y canto y otro grupo no realizaba ninguna de esas tareas y
permanecía en sedentarismo o rezando casi todo el tiempo. Se
compararon las actitudes ante la vida y la personalidad entre los dos
grupos. Aquellas que se mantuvieron más activas eran las más
positivas que las sedentarias que tenían tendencia a la depresión y
negatividad.
El deterioro cognitivo a lo largo de los
años de vida hasta sus muertes y el daño orgánico cerebral
post-mortem fue mayor en aquellas monjas que no realizaban tareas,
sedentarias y negativas.
Por eso, está científicamente
demostrado que las actividades recreativas, artísticas y de
entretenimiento personal como los hobbies ayudan a mantenernos sanos
durante mucho más tiempo.
Este año, a traves de la Secretaria de Salud estoy dando, de manera presencial y gratuita, talleres de SALUD Y ARTE.
A quien este interesado en participar envie mail a : preguntasgastro@gmail.com